Entre las historias de amor que nacen entre cámaras, focos y claquetas, pocas dejaron tanta huella como la de Tom Cruise y Penélope Cruz. Fue en el año 2000 cuando sus caminos se cruzaron en el rodaje de Vanilla Sky, el remake estadounidense de Abre los ojos, donde compartieron plano y, meses después, también la vida. Pero como ha aclarado el propio Cruise en una entrevista con AP Archive, la chispa entre ellos no se encendió hasta que el rodaje terminó: “No estuvimos juntos hasta que acabó el rodaje de Vanilla Sky”.
La relación entre ambos actores duró tres años, de 2001 a 2004, y se convirtió en una de las más discretas y fascinantes del Hollywood de principios de siglo. Él ya era el rey de la taquilla tras éxitos como Top Gun, Jerry Maguire o Misión Imposible, y ella, una estrella emergente del cine español que acababa de conquistar el mercado internacional tras títulos como Todo sobre mi madre o Jamón, jamón. Aunque nunca dieron demasiados detalles a la prensa, su conexión traspasaba la pantalla, algo que sigue resonando décadas después.
En la misma entrevista, Cruise reflexionó sobre aquella etapa vital y profesional con cierta melancolía optimista: “Estoy muy feliz y muy satisfecho con dónde está mi vida ahora mismo. Estoy orgulloso de esta película, de Penélope, de Cameron Diaz, de todo el equipo. La vida es compleja… he tenido mi parte de amargura, pero probablemente más de lo que me corresponde de dulzura“. Una confesión poco habitual en un actor tan reservado con su intimidad, que deja entrever el poso emocional que dejó esa relación en su memoria.
Penélope, por su parte, también tuvo palabras cálidas hacia Cruise. Cuando le preguntaron si volvería a trabajar con él, fue clara: “Queremos hacerlo si encontramos el proyecto adecuado, algo que debamos impulsar. Si encontramos lo correcto, el momento, lo haremos”. La complicidad sigue ahí, y no solo en lo profesional. “A él le gusta mucho España”, soltó entre risas cuando la entrevistadora insinuó que deberían repetir rodaje en su tierra natal. Él no se quedó atrás: “Estoy trabajando en mi español. Tal vez algún día esté listo para ir”, remató con su característica sonrisa.
Más allá del idilio, lo que queda entre ellos es respeto, cariño y un capítulo de sus vidas que ninguno parece querer borrar. Puede que Vanilla Sky no sea su película más celebrada, pero fue el punto de partida de un vínculo que sigue despertando curiosidad (y algunos titulares).
Fotos | Gtres
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