Viajar en tren tiene algo especial. El ritmo pausado, las ventanas amplias que enmarcan paisajes de ensueño y la sensación de estar recorriendo el mundo sin apuro, como si el tiempo se detuviera por un instante. Ahora, imaginate todo eso elevado a su máxima expresión: el Rocky Mountaineer
Lujo, comodidad, gastronomía gourmet y vistas panorámicas que cortan la respiración. Así es el Rocky Mountaineer, el tren que une Estados Unidos y Canadá y que fue elegido por la revista Travel + Leisure como el mejor viaje ferroviario del mundo para 2025.
Este servicio, famoso por sus techos de cristal y su atención de primer nivel, ofrece una experiencia pensada para los sentidos. A bordo, no solo se recorre el continente: se vive el trayecto como un espectáculo continuo. Desde las Montañas Rocosas hasta los cañones dorados de Colorado, pasando por lagos glaciares, fiordos y bosques frondosos, cada kilómetro es una postal en movimiento.
El Rocky Mountaineer cruza algunas de las regiones naturales más impactantes de América del Norte. Sus rutas conectan las provincias canadienses de Alberta y Columbia Británica con los estados de Colorado y Utah en EE.UU. Entre los tramos más emblemáticos se destaca el que une Vancouver con Banff, pasando por el famoso Lago Louise: un espejo de agua turquesa rodeado de montañas nevadas que parece sacado de un cuento. También sobresale el recorrido por el Howe Sound, donde los fiordos se mezclan con frondosos bosques costeros, o la travesía por los cañones color caramelo rumbo al suroeste estadounidense.
Lo que diferencia a este tren no es solo su entorno natural. A bordo, todo está pensado para brindar una experiencia de lujo sin rigideces. Existen dos categorías de servicio: la clase SilverLeaf, que incluye asientos amplios, atención personalizada y menús gourmet con ingredientes locales; y la clase GoldLeaf, que suma una sala VIP exclusiva, un mirador al aire libre y un nivel de confort digno de un hotel cinco estrellas sobre rieles. Ambos servicios cuentan con guías especializados que van relatando curiosidades del paisaje y la historia de cada región.
Una de las grandes joyas del tren es su techo vidriado, que permite disfrutar de vistas de 360° sin perderse ningún detalle del entorno. Ver el amanecer sobre las montañas o atravesar un bosque bajo la luz dorada del atardecer desde la comodidad del asiento es parte de la magia del viaje. Y para los amantes de la buena cocina, los desayunos y almuerzos servidos a bordo son otro punto fuerte: platos elaborados con productos frescos y de estación que reflejan la identidad gastronómica local.
Además del confort, el Rocky Mountaineer también se destaca por su enfoque sostenible. En un momento donde muchos viajeros buscan evitar los aeropuertos y optar por experiencias más conscientes, este tren se presenta como una opción ideal para conectar con la naturaleza sin dejar de lado la comodidad.
¿La mejor época para subirse? Entre mayo y octubre, cuando los paisajes se tiñen de verde intenso, azul profundo o los rojos del otoño. Durante estos meses, la luz natural realza los contrastes y las temperaturas son ideales para disfrutar tanto del interior del tren como de sus plataformas al aire libre.
Viajar en el Rocky Mountaineer no es simplemente trasladarse de un punto a otro. Es regalarse un momento inolvidable, donde el trayecto se convierte en protagonista. Un lujo que, más allá del confort, reside en la posibilidad de mirar el mundo con ojos nuevos. Si alguna vez soñaste con recorrer paisajes majestuosos sin renunciar al bienestar, este tren puede ser tu próxima aventura. ¿Te animás a subirte?
