Al momento de viajar, muchos sentimos que decidimos sobre la marcha, guiados por la intuición y las ganas del momento. Sin embargo, distintos estudios muestran que, aunque no siempre lo notemos, solemos repetir ciertos patrones. Desde quienes planifican cada minuto hasta los que prefieren improvisar, existe una personalidad viajera que influye en cómo elegimos destinos, armamos itinerarios y disfrutamos la experiencia.
Una reciente investigación realizada entre viajeros reveló que la mayoría de las personas encaja, con matices, en uno de cinco perfiles. Entenderlos no solo ayuda a conocerse mejor, sino también a planificar viajes más acordes a lo que realmente buscamos cuando salimos de casa.
El grupo más numeroso es el de las llamadas “mentes maestras”, los grandes organizadores. Para este tipo de viajero, el disfrute empieza mucho antes de subir al avión. Armar el itinerario, comparar vuelos, elegir hoteles y conseguir entradas para atracciones forma parte del placer del viaje. Suelen llegar al destino con un plan claro, optimizando tiempos y evitando imprevistos. Son ideales para ciudades con mucha oferta cultural o destinos donde conviene reservar con anticipación.
En el extremo opuesto aparecen los “viajeros espontáneos”, que prefieren dejar espacio a la sorpresa. No se sienten cómodos con agendas rígidas y disfrutan más de perderse por la ciudad, charlar con locales o decidir sobre la marcha qué hacer. Para ellos, el viaje es una experiencia abierta, donde lo inesperado suma valor. Destinos urbanos, pueblos con identidad fuerte o lugares donde caminar sin rumbo fijo suele ser parte del encanto les resultan especialmente atractivos.
Otro perfil muy común es el de los “buscadores de emociones”, viajeros activos que asocian viajar con descubrir y moverse. Les interesan las excursiones, las visitas guiadas, los museos, los parques de atracciones y los sitios históricos. Necesitan sentir que están aprovechando el destino al máximo y suelen volver con muchas historias para contar. Son quienes eligen destinos con variedad de actividades y propuestas para todos los días.
Más flexibles y equilibrados son los “exploradores de vacaciones”. No necesitan tener todo definido, pero tampoco dejan nada librado al azar. Disfrutan tanto de una tarde de relax en la playa o junto a una pileta como de un concierto, un parque urbano o un paseo por un lugar icónico. Se adaptan con facilidad y valoran la diversidad de opciones dentro de un mismo destino.
Por último, están los “conocedores”, para quienes la gastronomía es el corazón del viaje. Elegir restaurantes, probar platos típicos y descubrir sabores locales es la prioridad absoluta. Muchas veces, el destino se define a partir de su cocina. Para este perfil, comer bien no es un complemento, sino el motivo principal para viajar.
Más allá de las diferencias, hay puntos en común. La mayoría coincide en que explorar la ciudad es una de las actividades favoritas, incluso por encima de la aventura extrema o las compras. Y, sin importar el perfil, la buena comida aparece como un factor clave en casi todos los viajes.
Identificar qué tipo de viajero sos puede ayudarte a elegir mejor tu próximo destino, organizarte sin frustraciones y, sobre todo, disfrutar más. Porque no hay una forma correcta de viajar: lo importante es que el viaje se adapte a vos y no al revés. Tal vez, en el próximo plan, descubrir tu estilo sea el primer paso para unas vacaciones inolvidables.
