Una nueva mañana nos encontró en Rosario. Para ese día teníamos planeado conocer el patrimonio arquitectónico de la ciudad. Una caminata guiada nos dejaría descubrir gran parte de la historia que hizo que esta metrópoli fuera famosa desde un punto de vista estético y cultural.
La cita era a las diez de la mañana. El punto de encuentro era la esquina que forma la calle Córdoba con el boulevard Oroño.
Luego del completísimo desayuno americano que degustamos en el hotel, comenzamos a transitar hacia el sitio indicado. Como era de esperarse en esta época del año –junio– Rosario se estaba vistiendo de fiesta para el Día de la Bandera. Las casas y edificios lucían los colores celeste y blanco desde sus ventanas y balcones. Los carteles de vía pública anunciaban el agitado programa que tendría la ciudad ese día.
Llegamos. Muy puntual, Gabriela Nant –de la agencia de turismo que habíamos contratado para realizar el paseo– nos estaba aguardando. Luego del saludo cordial y de conocer en primeros términos lo que estábamos a punto de realizar, comenzamos la marcha.