Don Juan Carlos ha vuelto a hacerlo. Abandonó este domingo Galicia tras cuatro días de estancia en Sanxenxo sin llegar a ver a su nieta, la Princesa Leonor, quien llegó casi al mismo tiempo a Marín tras completar su formación militar a bordo del buque escuela Juan Sebastián de Elcano. Una oportunidad de oro para un reencuentro familiar que, sin embargo, volvió a quedar en el aire.
Según publica Monarquía Confidencial, ambas localidades están separadas por apenas 30 minutos de trayecto… pero ni rastro de acercamiento entre abuelo y nieta. La escena es casi cinematográfica: el buque atracando en Marín con la heredera al trono en cubierta mientras, al otro lado de la ría, el Emérito se despide discretamente camino del aeropuerto de Vigo.
La coincidencia temporal fue absoluta: Don Juan Carlos se marchó poco después de las seis de la tarde, casi al mismo tiempo que el barco militar atracaba en puerto. Y con eso, se evaporó cualquier posibilidad de encuentro familiar o institucional entre dos generaciones clave de la monarquía española.

Durante su estancia en Galicia (la cuarta en lo que va de año), el Emérito se mantuvo en un perfil bajo, como viene siendo habitual. No participó esta vez al timón del Bribón, pero sí estuvo presente en la Regata Hotel Carlos I Silgar, última prueba del Trofeo Xacobeo, acompañando desde la lancha Cristina a su tripulación. El sábado, recibió la visita de su hija, la infanta Elena, con quien se le vio relajado y sonriente en la casa de Pedro Campos, su anfitrión habitual en Sanxenxo.
La ausencia del encuentro entre abuelo y nieta vuelve a alimentar rumores sobre la frialdad entre el Emérito y la nueva generación de la Casa Real. La distancia ya no es solo geográfica: el silencio institucional y la falta de gestos simbólicos entre abuelo y nieta en momentos clave (como este fin de etapa en la Armada para Leonor) refuerzan la idea de que la desconexión es también emocional y política.
Si alguien esperaba una fotografía conjunta o un gesto que ayudara a limar las asperezas del pasado reciente, este fin de semana ha servido más bien para lo contrario. Porque si algo quedó claro en Galicia es que, al menos por ahora, los caminos del emérito y de la Princesa de Asturias siguen siendo paralelos.
Fotos | Gtres
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