He cancelado todas mis suscripciones y solo me arrepiento de no haberlo hecho antes

0
11

De una en una, parecen un gasto tonto. Sobre todo, a cambio de tener entretenimiento siempre disponible a un solo click. Sin embargo, si te paras a hacer cálculos totales de lo que te estás gastando en suscripciones, la cosa cambia. Yo decidí hacerlo cuando las dos únicas suscripciones que llevaba años pagando religiosamente, me notificaron en el mismo mes que subirían de precio. Y lo vi tan claro que no hubo vuelta atrás…

El día en que dije: “basta”

Visto a microescala, apenas significaba perder el dinero de lo que cuestan actualmente un par de espressos, pero no era la primera vez que HBO Max y Spotify incrementaban el precio de sus suscripciones en los últimos dos años y eso, sumado a un contexto de fatiga acumulada por una inflación que ha encarecido hasta el precio de los huevos, fue la gota que colmó el vaso. No me daba la gana de tener que pagar más porque sí cuando mis ingresos siguen siendo los mismos de siempre. Tal vez no pueda hacer mucho en contra de que ahora haya alimentos que siguen costando lo mismo (o incluso más) pero llevan menos producto que antes, pero sí puedo plantarme con esto.

Como tenía contratado HBO con una oferta vitalicia, al mes me quitaban de la cuenta 4,99 euros. Mientras que con Spotify se me iban 10,99 euros a cambio de no escuchar anuncios y poder saltarme el modo aleatorio en el móvil. De base estaba pagando 15,98 euros todos los meses, aunque la mayoría de ellos solo había usado HBO para ver una sola película o, directamente, ni siquiera había entrado a la plataforma.

Boliviainteligente Lubpydzvmgs Unsplash BoliviaInteligente

No obstante, el click definitivo se produjo cuando vi a lo que ascendía este gasto hormiga al año, únicamente por tener acceso a dos plataformas de streaming se me estaban yendo de base: 191,76 euros (más luego las que contratara esporádicamente por meses para ver algo concreto). El caso es que, desde entonces no pude dejar de pensar en las cosas tangibles que me habría podido comprar con esos casi 200 euros: un par nuevo de zapatos Dr. Martens, un abrigo bueno de lana, una cazadora de cuero de las que duran toda la vida, un perfume de Dyptique, un collar de Vivienne Westwood, todos los regalos de Reyes, un homenaje para el cuerpo en forma de restaurante caro y/o tratamiento de spa…

Tanto el importe total como la lista de alternativas en las que poder gastarse esa cifra variará de persona a persona, pero es un ejercicio que recomiendo encarecidamente hacer a todo el mundo. Incluso si después deciden seguir con todas sus suscripciones activas.

Un estudio que analizó cuánto gastan realmente los consumidores estadounidenses en servicios por suscripción, exploró el nivel de conciencia que tenían sobre esos gastos recurrentes. Para la sorpresa de los participantes, descubrieron que gastaban de forma promedio 2,5 veces más al mes de lo que creían. Además, el 42 % admitió haber seguido pagando servicios que ya no usaba, siendo la generación Z es la que más se olvida de los servicios que tiene contratados y los boomers, la que menos.

En busca del dinero y el tiempo perdido

Con todo esto, tampoco quiero decir que ahora esté ahorrando todo ese dinero o que gaste menos en ocio, pero sí considero que mis hábitos de consumo han cambiado para mejor porque ahora los controlo de forma consciente. Y no solo monetariamente. A veces creo que lo estamos olvidando, pero vivir sin depender completamente de las plataformas todavía es posible. Yo uso Spotify con anuncios para descubrir nueva música y almaceno digitalmente mis discos favoritos en un gestor de bibliotecas (próximamente también reproductor Mp3), lo que me permite poder disfrutar de ellos sin anuncios, cuando se cae internet o incluso si algún día desaparecieran del catálogo de Spotify. 

Fath 3ngcth0cfjg Unsplash Fath

Por otro lado, priorizo ver en el cine los estrenos que me interesan. El beneficio es doble para mí: me concentro sin distracciones en esa única actividad y salgo de casa. También me he acostumbrado a revisar la agenda de la filmoteca y asociaciones culturales, donde la entrada es más barata y proyectan películas que tienes pendientes y descubres otros títulos que no tenías fichados. Y si hay una serie o documental que acaba de llegar a alguna plataforma y que me interesa lo suficiente, pago la suscripción solo ese mes. Siempre me sobran días para ver tanto lo que quería inicialmente como otras cosas que me han llamado la atención después. Por no hablar de que existen portales como Pluto TV, Plex o RTVE Play con contenido gratuito.

Además, otro de mis objetivos al tomar la decisión de cortarle el grifo al “VOD” era ponerme al día con mi pila de libros por leer. Cuando pagas una plataforma, la inercia o la presión por amortizarla puede llevarte a meterte a ver qué hay para ver y acabar perdiendo el tiempo con contenido de baja calidad que, de otro modo, nunca habrías consumido. De este modo, el tiempo que antes me vampirizaban Netflix o HBO Max, ahora lo invierto en recuperar mi pasión por la lectura. Es cierto que aquí uno también ha de luchar contra la atención que reclaman las redes sociales y la capacidad de concentración perdida, pero me alarma haber pasado de leer unos 12 libros al año a haber ido decreciendo hasta completar solo dos novelas cortas en 2025. No obstante, os aseguro que no soy la única.

Bruno Guerrero 1ekjaolj 9i Unsplash Bruno Guerrero

La burbuja de las suscripciones

Hay un movimiento creciente, que viene importado principalmente de Estados Unidos, que llama a volver a formatos físicos, como el DVD y el CD. O, al menos, a tomar consciencia sobre qué obtenemos al pagar de forma automatizada por ciertos servicios y bienes: no invertimos en una propiedad real sino que solo obtenemos una licencia temporal mientras paguemos. En cuanto dejas de pagar, pierdes acceso y uno nunca sabe cómo estará su economía el día de mañana. Tal vez, lo que podemos pagar hoy, en un futuro tendremos que recortarlo.

Algo que cabe recordar es que este sistema no solo aplica ya al entretenimiento audiovisual sino que, actualmente, también se aplica ya periódicos digitales, videojuegos y licencias de software (Microsoft 365, Photoshop…). Incluso a coches y móviles con el modelo de “renting”.

Aunque pagar mes a mes puede parecer barato al principio, hay que vigilar que con el tiempo esos pagos recurrentes no sumen mucho más que lo que costaría comprar el producto y poseerlo. Además, cuando confías en suscripciones, dependes de la política de servicio con los correspondientes cambios de precio, cancelaciones, bloqueos, servidor que cierra, etc. que puede conllevar. Si el proveedor lo decide, tu acceso puede perderse.

Alternativamente a volver a poseer aquello que pagamos, ya sea en formato físico o digital, otras voces proponen un modelo de micropagos por el que, en lugar de una suscripción mensual, cada usuario pagara un precio justo según el uso. De este modo, los consumidores no tendríamos que hacer malabarismos con las suscripciones ni acabar pagando por algo que ni usamos. Mientras que las empresas podrían fijar sus tarifas a un nivel que les permitiera generar la misma cantidad de ingresos.

Un estudio que analizó cuánto gastan realmente los consumidores estadounidenses en servicios por suscripción, exploró el nivel de conciencia que tenían sobre esos gastos recurrentes. Para la sorpresa de los participantes, descubrieron que gastaban de forma promedio 2,5 veces más al mes de lo que creían. Además, el 42 % admitió haber seguido pagando servicios que ya no usaba, siendo la generación Z es la que más se olvida de los servicios que tiene contratados y los boomers, la que menos.

Incluso si finalmente uno decide seguir adelante con todas sus suscripciones, la importancia de pararse a hacer cálculos y replantearnos la cantidad de gastos mensuales que hemos ido asumiendo casi sin darnos cuenta es una forma de dejar de perpetuar la cantidad de ingresos que estamos generando para empresas a costa del consumidor, sin ofrecer un verdadero valor a cambio.

Foto de portada | Mika Baumeister 

En Trendencias | Los 100 mejores libros de la historia que te engancharán de principio a fin