La Costa da Morte gallega esconde una infinidad de tesoros por descubrir y es el hogar de muchos pueblitos tradicionales de pescadores que se mantienen sin explotar. Caión es uno de los más bonitos, una villa ballenera que se levantó en el siglo XVIII y que mantiene su encanto medieval y rural sin diluirse con el mundo moderno.

Esta villa pesquera es coqueta y pequeñita, perfecta para hacer una escapada y desconectar con paseos tranquilos y buen pescado, que los pescadores recogen cada día para los restaurantes del pueblo. El paseo marítimo tiene terracitas muy agradables donde sentarse a mirar el mar. Si lo sigues hacia el norte te llevará por casitas de pescadores tradicionales hasta el puerto, el corazón de Caión.

El tiempo hace mucho que se detuvo en Caión, donde la vida pasa tranquila y despacito. Siéntate a disfrutarla en la Plaza de Eduardo Vila Fano, rodeado de la Cofradía de Pescadores, de la hermosa iglesia renacentista Santa María del Socorro o de un auténtico pazo del siglo XVI: el Pazo de los Condes de Graxal nos recuerda el pasado noble y señorial de esta villa marinera.

Caión es tan pequeño que un camino corto te lleva de lleno a la naturaleza. Si subes la montaña llegarás al Santuario de los Milagros, un diminuto templo barroco compostelano del siglo XIX con una preciosa torre neoclásica. Desde ahí hay unas vistas espectaculares del pueblo, los prados verdes y la costa escarpada.

En la dirección opuesta están algunas de las playas más bellas de Galicia. Se pueden recorrer siguiendo el Sendero Azul de Sandoiro, una ruta de dos kilómetros que atraviesa varias calas y playitas. Sale desde la playa de Arnela, solo visible con marea alta; y llega hasta la increíble playa de As Salseiras, con mucho oleaje, pero ideal para desconectar. Un planazo de playa, montaña, comida e historia para escapar de la rutina.
Fotos | Turismo Galicia.
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