La agencia 7Vuelos se presentó como el paraíso de los viajes low cost: vuelos de ida y vuelta a Nueva York por 999 euros, paquetes a Tokio con todo incluido, y hasta cruceros de ensueño a precio de escapada rural. ¿El truco? Ninguno. O mejor dicho, todos. Tras captar pagos de decenas de usuarios, la agencia desapareció dejando tras de sí una estela de afectados y ni una sola reserva confirmada. La empresa no tenía CIF visible, ni datos legales, ni rastro en registros turísticos. Lo único que sí tenía era una avalancha de promoción gratuita por parte de influencers que, sin contrastar nada, vendieron el producto como si fuese oro líquido.
En efecto: Instagram fue el trampolín perfecto para esta presunta estafa. Más de 90 influencers —sí, noventa— usaron sus cuentas para difundir las ofertas de 7Vuelos, con vídeos sonrientes, hashtags de “viajar es vivir” y stories con música chill y tazas de café al lado del portátil. Estela Grande, Adara Molinero o Nagore Robles fueron solo algunas de las caras conocidas que compartieron el timo con total impunidad. ¿Habían probado la web? No. ¿Habían viajado con la agencia? Tampoco. ¿Cobrado por la campaña? Algunas, incluso, ni eso. Pero el daño ya estaba hecho.
La trampa era tan de manual que costaba no sospechar: precios sospechosamente bajos, diseños genéricos, testimonios dudosos y una web sin datos fiscales. Aun así, los stories de estas creadoras actuaron como un barniz de legitimidad que convirtió la desconfianza inicial en entusiasmo viral. En pocas horas, muchos seguidores pasaron de ver el anuncio a pagar con tarjeta. Cuando quisieron reclamar, ya no había rastro ni de la empresa ni del vuelo.
FACUA no tardó en mover ficha: ha llevado el caso a la Fiscalía y ha denunciado públicamente que 7Vuelos actuaba al margen de la ley. La organización ha contabilizado cientos de afectados y alerta de que podrían ser muchos más. Las plataformas de afectados no paran de crecer y los testimonios son claros: todos llegaron a la web a través de las influencers. “Me fié porque lo compartió una persona a la que sigo desde hace años. Nunca pensé que me recomendaría algo sin haberlo probado antes”, declara una usuaria en El Confidencial.
¿Y las influencers? Algunas se han limitado a borrar los posts. Otras alegan que también fueron engañadas, y que no se lucraron con la campaña. Pero ninguna ha asumido, de momento, un mínimo de responsabilidad por haber difundido una posible estafa sin verificarla. No hablamos de una crema antiedad ni de unas mallas de yoga, sino de un servicio que costó a mucha gente cientos o incluso miles de euros. Cabe destacar que la influencer Sandra Pérez pidió disculpas públicas y hasta creó un grupo con los afectados para prestarles su ayuda.
@aquisandrax ♬ original sound – 🌜Aquí Sandra✨
Este caso reabre un debate incómodo pero urgente: ¿puede cualquier persona con seguidores convertirse en altavoz publicitario sin consecuencias? ¿Dónde queda la ética cuando se monetiza la confianza de una audiencia? Las influencers no son periodistas ni expertas en consumo, pero tienen poder de prescripción real. Y ese poder, mal usado, también estafa. La ignorancia no puede seguir siendo excusa.
No es la primera vez: el caso ‘iDental’ y las dietas milagro
Lo de 7Vuelos no es un episodio aislado: ya en 2018, el escándalo de iDental dejó a más de 400.000 personas sin tratamientos odontológicos que habían pagado por adelantado, tras una agresiva campaña en medios y redes sociales. Aunque en este caso no fueron influencers quienes impulsaron el timo, sí hubo figuras públicas que participaron en la blanqueación de la marca. La Audiencia Nacional ha condenado a penas de entre dos años y medio y cinco años de cárcel a los cinco propietarios, tal y como recuerda El Mundo.
Y si nos centramos en redes, los precedentes abundan. En numerosas ocasiones, las famosas de turno han promocionado “dietas milagro” sin ni siquiera estudiarlas previamente. Pare evitar este tipo de irresponsabilidades, un grupo de expertos elaboró el informe ‘Alimentación, factor de salud y sostenibilidad’. Así comenzaron su batalla contra las ‘fake news’ que, en el peor de los casos, pueden costar vidas, tal y como mencionan en OndaCero.
Michael Ulloa, nutricionista y personal trainer, ha denunciado en los últimos años las malas prácticas de quienes se dedican a predicar imposibles en redes: “Es difícil resumir el alcance del daño causado por la desinformación dentro de la industria del fitness. Muchos influencers fit priorizan la participación en las redes sociales y las ventas que consiguen a los consejos que realmente ayudan a sus seguidores. Esto conduce a mitos generalizados que pueden impactar negativamente en la salud física y mental de las personas…”, comenta a ICON.
Fotos | Redes Sociales / Instagramer @nagore_robles @adara_molinero
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