A tan solo 138 kilómetros de la ciudad de Córdoba, existe un rincón que parece detenido en el tiempo. Se llama El Durazno y, aunque por años fue un secreto bien guardado, cada vez más viajeros lo descubren y quedan fascinados con su belleza natural.
Ubicado entre las imponentes Sierras Grandes, este pequeño paraje enamora con su río de aguas transparentes, sus bosques de pinos y un entorno de pura tranquilidad. Su cauce nace en las laderas del Cerro Champaquí y atraviesa playas de arena, creando ollas naturales de hasta siete metros de profundidad. Son el lugar perfecto para refrescarse, nadar o simplemente disfrutar del paisaje sin interrupciones.
Un camino de encanto
Para llegar a El Durazno, hay que recorrer una pintoresca cuesta que desciende suavemente, anticipando el paisaje soñado que espera a los visitantes. Desde la entrada, el puente colgante marca el inicio de la aventura: cruzarlo es casi un rito obligatorio para quienes llegan por primera vez.
El sonido del agua y el aroma a bosque acompañan el recorrido, invitando a tomarse el tiempo para respirar profundo y desconectarse de la rutina. Aquí, el reloj deja de ser importante.
Naturaleza en estado puro
Los amantes del aire libre encuentran en El Durazno un sinfín de opciones para disfrutar. Se pueden hacer caminatas entre los senderos del bosque, paseos en bicicleta, cabalgatas y hasta jornadas de pesca con devolución.
Uno de los tesoros escondidos del lugar es la Reserva Natural Los Cajones, a la que se llega luego de caminar unos 2 kilómetros por la orilla del río. Allí, el agua se encajona entre grandes piedras y forma un paisaje de postal. Quienes buscan más comodidad pueden optar por alguna de las cabañas o campings con proveeduría en la zona.
Un pueblo que crece con encanto
El Durazno no solo ofrece naturaleza, sino también un ambiente acogedor con propuestas para todos los gustos. En el centro del paraje, la Feria de Artesanos sorprende con productos únicos hechos a mano, ideales para llevarse un recuerdo especial.
Los visitantes también pueden deleitarse con los sabores regionales en alguna de las casas de té o en un restobar donde las meriendas incluyen tortas caseras y mermeladas serranas. Para los que prefieren una experiencia gastronómica más elaborada, hay posadas que ofrecen exquisitos platos con truchas recién capturadas.
Un spa con vistas de ensueño
Una de las novedades que más atrae a los turistas es el Spa Termas del Sol. Inaugurado hace poco, este complejo cuenta con 21 piscinas climatizadas que parecen colgar de las sierras. Desde sus bordes infinitos se puede admirar el río y el imponente Cerro Champaquí al fondo.
Aunque su nombre sugiere aguas termales, en realidad el spa utiliza agua de vertientes serranas que es climatizada de manera artificial. Sin embargo, la experiencia sigue siendo incomparable: sumergirse en sus aguas tibias mientras se contempla el atardecer sobre las sierras es un lujo que pocos pueden resistir.
Un destino en auge
Gracias a su creciente popularidad en redes sociales y las mejoras en infraestructura, El Durazno se ha convertido en un destino elegido por muchos viajeros. Según datos oficiales, la ocupación en la última temporada osciló entre el 80 % y el 90 %, alcanzando su máximo cuando se suman los visitantes que llegan solo por el día.
La fácil accesibilidad desde distintas partes de la provincia y la belleza de su entorno lo convierten en un destino imperdible para quienes buscan tranquilidad, aventura y contacto con la naturaleza.
Cómo llegar
Para visitar El Durazno en auto, hay que tomar la Ruta Provincial 5 desde Córdoba capital. Quienes prefieren el transporte público pueden viajar con la empresa Lep hasta Santa Rosa de Calamuchita y luego conectar con un colectivo de Pájaro Blanco hasta El Durazno.
Ya sea para una escapada de fin de semana o unas vacaciones de descanso absoluto, este paraíso serrano tiene todo para enamorar a sus visitantes y hacer que quieran volver una y otra vez.